sábado, 22 de octubre de 2011

Real, true.

Muchas veces me he imaginado mi vida como una película, dónde una escritora frustrada por la sociedad a diseñado un prototipo de chica como las demás, con sus problemas y sentimientos, que a pesar de todas las puñaladas por la espalda que le ha dado la vida sabe seguir adelante sin falta de timón. Soy como un retrato de ésa escritora. Solitaria, pero con la necesidad de tener a alguien a quien abrazar. Profunda, y inmadura cual niña de 3 años si la situación lo requiere. Astuta, pero con miedo de lo que puede haber al otro lado de la puerta. Sin un ego al que aferrarse y sin estima propia, pero que sabe defenderse de las ofensas hacia su persona. Con sueños por realizar, y frustraciones que superar.

Supongo que no todos somos tan diferentes. Nos aferramos a un sueño o ideal que nos hace seguir adelante. Ya sea por no defraudarlo o por querer lograr todos y cada uno de nuestros sueños y esperanzas. Creemos que hay un principio y un final en cada cosa que hacemos. Confiamos en que hay un destino, en el que todas las cosas que suceden son por alguna razón. Necesitamos creer en algo en la vida para buscarle un sentido, sin darnos cuenta de que nosotros mismos somos quien le da sentido a la vida. Somos como un libro sin argumento.