Despiertas un día, melancólica. Decides mirar cosas del pasado, ya sabes. Decides recordar momentos junto a personas a las que has querido, recordar pequeños detalles que te hacían mirar con una sonrisa a la vida,  recordar gestos y caricias que solo vosotros dos sabías... Total, todo eso ya ha pasado, y por recordar el dolor por pensar que todo eso ya es pasado no duele, ¿o me equivoco?

Te paras, miras a tu alrededor, con cierta congoja y sí, te das cuenta de que ya está, que todo lo que estabas recordando, ahí se quedó.  Ahora, empiezas a pensar en todas las personas a las que has querido, todas esas que han hecho que tu pasado fuese eso, pasado. Ya no te escuchan, ni te entienden, ni hablas con ellas. Ya no os reís juntos ante los problemas de la vida. Ya no están ahí. Han desaparecido, cual cenizas. ¿De verdad querías que todo acabase así?

Un fuerte dolor oprime tu pecho. Te dejas caer, llorando. Todo había acabado. Y ahí es cuando te das cuenta de que de tanto ocultar tu dolor has creído esa mentira. Porqué aún todo eso duele. Es como una espina clavada en tú corazón, que no se irá, porqué todo eso ha sido tu vida. Pero aún hay algo que te da esperanzas. Sí, es esa cosa a la que llaman futuro. Tienes entre tus manos la posibilidad de conocer a gente nueva, de vivir cosas que nunca jamás imaginaste vivir. Tienes la oportunidad de vivir. Ya nada es tan oscuro, ¿verdad? Ahora hay algo de luz en el camino. 

Me siento esclava de mis sentimientos. Me dejo llevar por mis impulsos pero nunca me ha servido para nada. Siempre me he querido enamorar de alguien que sepa ver en mí más allá que un físico. Que cuando me mirase sonriese pensando el lo guapa que estaba yo ese día, con el que hablar hasta altas horas de la madrugada sin cansarme, que me dedicase sus pensamientos más profundos o sus palabras más sinceras, y a veces siento que pido demasiado. Luego aparece alguien, que no es como yo quería que fuese, pero te atrae. No dejas de pensar en su sonrisa o en la manera en la que camina, pero después le conoces a fondo, y te arrepientes de haber sentido esa atracción alguna vez. Te trata como un simple cuerpo sin sentimientos, con el que bromear sin preocuparse de si te duele o no, y pasa el tiempo y ya no te importa. Te has acostumbrado a ese dolor que te proporciona esa persona o cualquier otra, porque no será la única que te trate así en esta mísera vida. Y lo peor de todo es que a pesar de no merecerlo, a pesar de todo, perdonas a ese ser humano que te ha dañado.

Y ya ni me molesto en intentar hacerle notar a alguien que estoy mal, no me ayudarán a estar mejor, no estarán ahí para darme un abrazo que me haga sentir que ya no hay dolor.

No espero que os identifiquéis con lo que escribo, tampoco que os compadezcáis de mí, tan solo deciros que a pesar de todo lo malo que os pueda pasar, de que perdáis las ganas de sonreír, lo hagáis. Podríais iluminar al mundo con vuestra sonrisa.