viernes, 16 de septiembre de 2011

Romeo y Julieta.


"Aquí me entregaré a la eternidad, y me sacudiré de esta carne fatigada, el yugo de estrellas adversas. 


Ojos, mirad por última vez.  Brazos, dad vuestro último abrazo. Y labios, puertas del aliento, sellad con un beso, un trato perpetuo con la ávida muerte."

miércoles, 14 de septiembre de 2011


Realmente, ¿valoramos lo que tenemos a nuestro lado?
Cuando se es pequeño, sabes de antemano, aun que no te digan nada, que siempre habrá alguien allí para atarte ese zapato, para ayudarte a montar en bicicleta, para enseñarte lo que realmente está bien o mal... Normal que no nos preocupemos, lo tenemos todo a nuestro alcance, cueste lo que cueste.
Pero vamos creciendo y ese apoyo desaparece. Hemos de empezar a tomar las riendas de nuestra vida teniendo en cuenta que no habrá nadie allí que te diga si realmente las decisiones que tomas son las correctas. Por mucho que nos den una cierta opinión la gente que nos rodea, realmente hacemos lo que queremos.
No valoramos de verdad la gente que está a nuestro lado, en más de una ocasión les despreciamos, les adoramos, e incluso amado, pero por alguna o otra razón, ya sea en poco tiempo o en toda una vida, perdemos aquellas cosas que realmente nos importan.
Sé que estaréis pensando 'Ya, pero es que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde'. Los que penséis eso, me parece muy egoísta por vuestra parte. ¿No os dais cuenta de que sin alguna de esas personas a las que valoramos, o aquellas que están ahí, en tu vida, aun que ni sepas de su existencia, nada sería igual? Muchos factores de nuestras vidas cambiarían, y debemos de abrir los ojos y agradecerle a la vida por esas personas que siempre están ahí para hacerte sentir bien, por aquellas personas que llegarán a tu vida, tiempo al tiempo, o las que están ahí aun que no nos demos cuenta, velando por nosotros aun que no lo valoremos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Añoro el invierno.
Esos días en los que volvía a casa tarde, abrazada al frío de la noche. Cuando la luz de las farolas iluminaba mi pálida piel dirigiéndose poco a poco hacía el hogar. O esas eternas despedidas debajo de el portal de mi casa, por no querer escuchar el adiós de tus amigos. También, añoro esos días en los que el frío recorría mi cuerpo, pero sentía el calor de tu abrazo a pesar de los kilómetros. Esos días en los que unas simples palabras suyas me quitaban todo dolor, y podía sentirte a mi lado. O esos días en los que tomar un chocolate caliente rodeada de las personas a las que quieres me quitaba todas y cada una de mis penas. En los que el ambiente en las calles era resplandeciente. Pequeños infantes con grandes sonrisas porqué sabían que sus regalos estaban cerca, padres a los que se les iluminaba la mirada al ver la felicidad de sus pequeños. Ancianos sentados en bancos dándole gracias a dios por haber llegado a otro invierno y poder disfrutar de aquellas espectaculares vistas. Y yo, sentada enfrente de unos escaparates recorriendo con mi mirada todos y cada uno de los pequeños detalles que hacían que ese momento fuera tan mágico.
Quiero volver a sentir el frío.