jueves, 21 de marzo de 2013

"Antes, hablaban a cada rato, en cada minuto, en cada instante. Se necesitaban, se extrañaban. Ahora se ven, miran el suelo, se quedan callados y ni se saludan."...

¿No os suena? Se le llama vida. Conoces a alguien. Al principio de muestras reacia, mucha gente te ha hecho daño como para volver a confiar en alguien. Piensas que será alguien más. Que te hablará un par de veces y luego se cansará.

Pasan los días, habla a menudo contigo, y piensas '¿y si le doy una oportunidad?'... Y maldita oportunidad. Empezáis a hablar constantemente. Te pregunta qué tal te ha ido el día. Se preocupa por ti, por cómo estás, por tus problemas. Intenta hacerte sentir mejor cuando estás mal. Consigue hacerte reír. Pasáis de hablar un par de veces al día a hablar a todas horas. Te despiertas buscando sus 'Buenos días, enana', te distraes en clase porque no puedes evitar leer sus mensajes, se desvela contigo por las noches. Pasa a ser, dicho de alguna manera, esencial para poder acabar el día con una sonrisa.
Nunca pensabas que llegaría a hacerse tan importante en poco tiempo, y das las gracia por haberos encontrado, por haberos conocido. Por haber conocido a alguien que te entiende como a nadie. Que de verdad sabe cómo sacarte una sonrisa y demostrarte que está ahí. Que es un verdadero amigo.
Necesitas hablar con esa persona para estar bien. Necesitas verle. Necesitas abrazarle. Necesitas escuchar esa risa que tanto odia. Necesitas decirle cualquier chorrada para que vuestras conversaciones no terminen. Necesitas... Le necesitas. Inevitablemente le necesitas. 
Pero un día, sientes que las cosas empiezan a cambiar. Le notas más reacio. Está seco, distante. Sientes que ya no quiere hablar tanto contigo ni te necesita como lo hacía antes. Ya ni te da los buenos días, ni te pregunta cómo estás si no lo haces tú antes, o esa es la impresión que te da.
Empiezas a preguntarte 'Y si no le saludo, ¿lo hará él? ¿Me necesitará tanto como yo lo hago?'. Decides probar y no obtienes respuesta. Empiezas a pensar que se acabó. Que le agobias. Que eres un maldito estorbo. Que si no te habla por algo será. Que lo único que haces es molestar.
Pasan los días, pero sin él. Estás desganada, sin ganas de nada. Ya nada te saca esas sonrisas que sólo te sacaba él o te hacía tan feliz como él lo hacía. Se acabó. Todo es frío. Anímicamente te sientes con ganas de dejarlo todo.
Te paras a pensar '¿Hice bien? Le dejé entrar en mi vida. Le permití conocerme mejor que me conocía cualquier otra persona. Sabía más de mí que cualquiera. Era, como mi mejor amigo, si se le puede llamar así. Nunca he querido considerar a alguien mejor amigo por el hecho de que las personas vienen y van, pero pensaba que esta vez sería diferente... Como siempre. Me equivocaba. ¿O no...?' No sabes qué pensar. Dudas si de verdad valió la pena. Lo único que sabes es que quieres que todo sea como antes, o al menos intentarlo. Pero tienes miedo de que no quiera saber de ti, de que no quiera intentarlo.
Ahora solo queda esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario